Monólogo

Monólogo

10/10/2023

Toca sonreír y tragar sapos; que no se note que me duele —y vaya que me duele. Toca vestirme de teflón para que me resbalen los insultos: la metralla de los me odian: traidor, chapulín, maromero. Toca decir que se está a favor del aborto, abiertamente; recordar que siempre he luchado por la causa de las mujeres; toca, como siempre, mentir —al fin, nadie recuerda lo que me tocó decir antes. Toca poner cara triste en mis tiktoks, toca sonreír en los mítines, abrazar con mis nuevos compañeros. Toca minimizar las críticas, sobre todo aquellas en las que recuerdan mi pasado —basta con desviar el tema, con escupir cualquier rollo. Toca decir que no era yo, o que sí era yo pero que ya cambié; toca aplaudir y elogiar a quien ayer ataqué. Toca guardar mis zapatos caros y mis trajes a medida, mis maletas de piel y mis lentes de marca: toca disfrazarme de pobre —describir mi infancia con estilo Dickens. Toca corear eso de es un honor estar con Obrador, toca incluir en mi léxico palabras que nunca antes dije, como neoliberal, porfirista o prianistas. Sí, toca eso, aunque me muerda la lengua. Toca seguir al pie de la letra el guión, leer las líneas que me escribieron, interpretar el papel. Toca marcar mi acento yucateco —caricaturizar mi origen, como les gusta—, recitar bombas, ponerme guayabera, sombrero, alpargatas. Toca convencer a los que ahora les quito lugar que, en realidad, siempre fui uno de ellos, sólo que no lo sabía, que estaba ciego; toca inventar una epifanía, una revelación, como la de san Pablo camino a Damasco: Ustedes me abrieron los ojos. Toca hacer alarde de mi conversión, y ser el más morenista de todas y todos; toca interpretar este nuevo papel. Toca borrar mi pasado en las redes, sobre todo el que me puede perjudicar, el que exhibe la versatilidad de mis convicciones. Toca ser cínico, amnésico, ambiguo. Toca traicionar, como siempre.