Ayer jueves, víspera del buen fin, fue, sin que así se planeara, un día intenso en la precampaña a la gubernatura. Joaquín Díaz Mena publicó su primer spot, con el que quiso sacudirse su pasado, algo que no logró, ni un poquito. El guión le dictaba críticas a los políticos tradicionales, y él se limitó a recitarlas como si estuviera en un mitin: fue cliché de político tradicional. Visible, excesivamente maquillado para la grabación; la sonrisa se le notaba rígida, como la de quien se obliga a dar buena cara al mal tiempo. Y es que tal vez motivos no le faltaban para estar preocupado. Mientras las estructuras de Morena compartían bajo consigna el video, Renán Barrera Concha era recibido por una multitud en San Felipe: La tierra natal de Díaz Mena se decantó por el contendiente panista: algo se sabrá ahí, pero el precandidato de Morena tampoco es profeta en su tierra. Además, sin que se planeara, también en San Felipe se demostró que el discurso de Díaz es pura pose: Ahí, una regidora de Morena perdió gran parte de su patrimonio en un accidente; Barrera lo supo y fue visitarla, ofreciéndole apoyo. De sus compañeros morenistas, que presumen eso de primero los pobres, ni sus luces.

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