En esta segunda jornada de campaña Joaquín Díaz Mena, El Huacho, sigue sin aparecer. No es cosa menor, ya que implica que su estado físico es peor al que se reportó. Hace unos días, antes de que comenzara la campaña, se informó mediante un comunicado que el candidato de Morena había sufrido un accidente en su rancho; posteriormente, en un trascendido publicado en un medio se señaló que el accidente no había sucedido en su propiedad, y que implicaba, por lo menos, quince días de reposo. En los tres meses de campaña, dos semanas son una eternidad; implica comenzar con una desventaja inmensa, casi imposible de remontar. Ante esta mala suerte, el equipo del Huacho a puesto a sus hijos adolescentes y a una botarga a suplirlo. En contraste, Renán Barrera Concha ha puesto toda la carne al asador: su campaña ha comenzado no sólo con intensidad sino también con alegría. Un incombustible Renán llega a los municipios manejando el ”renimóvil” —un volchito modelo 79, con los mismos años que el candidato—, baila con simpatizantes, recorre municipios, sonríe… En estos dos días se pueden descifrar ya ambas campañas: la del Huacho apuesta al resentimiento y a la polarización, mientras que la de Renán a la unidad y a la esperanza. La ausencia del candidato de Morena no sólo es un asunto de logística, sino también de estrategia. La opacidad con la que el Huacho ha manejado su estado de salud sin lugar a dudas se convertirá en un tema de campaña. Por lo pronto, muestra su manera de manejar la información.