POR PABLO A. CICERO ALONZO
Una lluvia de mensajes nos empapa todos los días; bajo ese aguacero de información, pocos son los recuerdos que logran alcanzar la tierra firme —y seca— de la memoria. La mayoría naufraga. Eso sucede, especialmente, con las campañas políticas. La gran mayoría cuenta ya con un impermeable para evitar el huracán de propaganda.
Sin embargo, algunos mensajes logran colarse y fecundar la imaginación. Por ejemplo, el brazo inmóvil del Huacho Díaz Mena. Hay pocos detalles del accidente que sufrió el candidato de Morena: un rancho, un animal, un golpe… Tampoco hay información sobre el diagnóstico y el tratamiento médico: sólo una foto del Huacho con un pediatra.
A más de un mes de percance llama la atención la inmovilidad total de la extremidad: el brazo accidentado, paradójicamente el derecho, está completamente inerte, ni la mano ni los dedos se mueven, ni siquiera un poquito. Este detalle puede ser señal de una gravedad aún mayor que la comunicada de manera oficial.
Esta situación médica mantendría al candidato morenista recluido en la capital en lugar de hacer campaña en los municipios del interior del Estado: Su estado de salud física le impediría mantener un ritmo más acelerado. Que el Huacho esté enquistado en Mérida, sin embargo, podría tener otra razón.
Y esa se deduce de su propia propaganda: el candidato a gobernador, cuando menciona a Mérida, borra por completo a su supuesto compañero de fórmula: Rommel Pacheco. Coinciden lo justo, lo indispensable, y cuando lo hacen, no transmiten química alguna. Esa falta de unidad no es exclusiva entre estos ex panistas, ya que igual se detecta en otras fórmulas, como la que conforman los ex priistas Verónica Camino y Jorge Carlos Ramírez.
Una lectura de ambidiestro: El brazo inerte del Huacho se ha convertido en una metáfora para describir a Morena Yucatán: un partido manco, en donde los egos han sepultado el proyecto; una izquierda muerta, víctima de políticos con mucha ambición y poca ideología. Aún sin conocer el desenlace de esta campaña, lo que perdurará en la memoria es esa imagen antinatura de una mano sin movimiento alguno, como si fuera de cera, artificial.
Una derecha inmóvil y una izquierda secuestrada por un terrateniente del oriente del Estado que falsea su genealogía. Y una supuesta luchadora social que defiende los intereses de los concesionarios del transporte público que sólo ofrecían tétanos y malos tratos. Y otro político ya inventariado en el Congreso, cuyo soundtrack de éxitos se reduce a un jingle. Y un influencer...