Los apestados

Los apestados

21/05/2024

La irrupción de generales sin tropa a Morena sólo sirvió para molestar aún más a los militantes de hueso colorado de ese partido. Aunque fueron presentados con bombo y platillo, varios de ellos incluso por la candidata a la presidencia, la gran mayoría de los recién llegados permanece oculta, en las sombras. 
Un caso paradigmático es el del candidato del PRI a la gubernatura en 2018, quien después de convertirse en meme regresó al mismo rincón del exilio del que salió en la inmediatez de la ocasión. De su veloz aparición sólo se recuerda la enigmática postura de sus manos, nada más. 
Tal vez él y otros tránsfugas estén operando en la oscuridad de las cloacas, tejiendo esos hilos finos que mueven voluntades; tal vez simplemente estén grillando, y por eso su fugaz aparición en la campaña, como cometas de mal augurio. Tal vez su presentación pública fue sólo una especie de mensaje cifrado a la estructura…
Sin embargo, a esa jauría que corretea ahora alrededor del partido oficialista no sólo la mueve el poder, sino también el ego. Están marchitos, olvidados por los reflectores; sedientos de halagos, se sienten solos sin el séquito que antes revoloteaba a su alrededor, que se reía y aplaudía sus chistes malos. 
Para ellos Morena no sólo significa un botín, sino una tabla de salvación. Y, aún así, desaparecieron del escenario días, incluso horas después, de su primera aparición. Se disolvieron en las noticias, sin llegar siquiera a hacer burbujas.  
Una de las teorías es que se vendieron demasiado caros. Por incluir una anécdota: uno de estos recién llegados, antes de reunirse en un restaurante con un morenista, le pagó a otro comensal para que lo saludara con efusión y lo elogiara cuando llegara su cita. Ese otro se ganó la propina y el emisario de Morena quedó fascinado. 
Y así, con baratos trucos de magia, vendieron humo. Mindundis que fueron derribados hasta por la más leve crítica de las bases morenistas, que con toda razón recibió con recelos y reservas a los mercenarios. Haciendo un rápido control de daños, quienes los invitaron optaron por guardar los cadáveres de nuevo en el clóset. 
Las decisiones precipitadas que ha tomado la falange de la campaña de Morena en Yucatán se traducen en un intenso malestar en el interior de ese partido, que se ha convertido en un catálogo de impresentables; no se concibe tanta incompetencia en un grupo que se dice experimentado, o tal vez sí. 
Otra explicación es que Morena Yucatán esté haciendo implosión a consecuencia de la acción desordenada pero dañina de un escuadrón de caballos de Troya, que más que buscar la victoria de su partido sólo persigue beneficios propios, tanto económicos como políticos. Al fin y al cabo, esa es la consecuencia de reclutar a operadores que se venden al mejor postor.
Estas malas decisiones y estos fichajes cuestionables han ocasionado que quienes veían en Morena una nueva vía para una mejor sociedad, una opción refrescante, sospechen de la metástasis de su movimiento con el cáncer de la corrupción del pasado. Razones no les faltan para ese diagnóstico.